Vélez fue la segunda ciudad fundada por la hueste española que incorporó el Nuevo Reino de Granada a la Corona de Castilla; hace parte de la primera ola fundacional de los conquistadores, constituyendo su fundación un acto político que significaba el designio “de ocupar la tierra y afirmar el derecho de los conquistadores”. El acto político de la fundación de Vélez hacía parte de la estrategia de afirmación del poderío y la legitimidad de la hueste de Gonzalo Jiménez de Quesada.
El nombre de Vélez fue elegido por Jiménez en consulta con los capitanes Gonzalo Suárez Rendón y Martín Galeano, comisionados para realizar la fundación mientras el emprendía viaje hacia la corte.
Los eventos de elección del sitio para la ciudad de Vélez y la formalización de la fundación fueron narrados por todos los cronistas: a mediados del mes de junio de 1.539 partió la hueste por la ruta de Tinjacá hasta llegar a “los términos de Uvaza, asiento conocido desde cuando entraron en la tierra los primeros Españoles, no lejos del furor impetuoso del río que llamamos de Suárez” donde hicieron el gesto fundador el 3 de julio. Siguiendo el procedimiento legal, don Martín Galeno escogió los soldados que constituyeron el primer cabildo.
La crónica registra también la mudanza del asiento de la ciudad a las tierras de los indios de Chipatá, “por ser más alta y de mejor Temple, más bañada de los vientos y más a la entrada de este Reino”. El 14 de septiembre de 1.539 se produjo la renovación del acto político en el nuevo sitio y se inició la traza de la ciudad y el reparto de los solares. Utilizando la energía de los indios Muiscas que habían llegado con la hueste, se fabricaron los ranchos de los vecinos y el levantamiento de la iglesia de paja se comisionó al cacique Saboya “que vino con buen número de gente y en breves días dio fin a la obra”.
La ciudad fundada permitía a sus vecinos los derechos del usufructo y apropiación de todos los recursos naturales. Este nuevo derecho de apropiación del Nuevo Mundo, apuntalado por la mentalidad expansionista del mercantilismo europeo, se expresa en las acciones emprendidas por el vecindario asentado en Vélez en 1.539.
La primera de ellas, por supuesto, fue la de someter a todos los indígenas de la sierra de Agatá, de los ríos Horta y Caráre, y de la provincia Guane. Ya antes de la fundación habían sometido a los muiscas del “Rincón de Vélez”, quienes emprendieron la construcción de la ciudad. La segunda acción emprendida se refiere al hallazgo de las fuentes del beneficio económico que incorporaron la energía étnica entregada gratuitamente y posibilitaron “la perpetuidad de la tierra”.
Repartidos los solares urbanos y las estancias de ganado mayor o pan – coger, en las cuales se producirían los bienes de subsistencia para los colonos, la producción de mercancías - dinero, el oro, era una de las empresas mas rentables en la economía mercantil del siglo XVI y el polo de crecimiento económico con mayor capacidad de arrastre sobre el conjunto de las actividades productivas. Este proyecto se complementaba con la apertura del camino que comunicaba a Vélez, a través de la región del Opón, con el río Magdalena y las costas de Santa Marta y Cartagena, facilitando el tráfico comercial que se proyectaba.
Las circunstancias, no facilitaron en nada los proyectos que permitirían validar la fundación de la ciudad. Por una parte, la resistencia de los indios agataes, del cacique muisca Saboya y de los guanes retardó la incorporación de las etnias a las nuevas empresas mercantiles y desvertebró el sistema prehispánico de transferencias del trabajo excedente. Por otra parte, la explotación del territorio de la vertiente del Magdalena no arrojó fruto alguno. Adicionalmente, el camino del Opón era tan dificultoso que no podía competir con el camino que conectaba a Honda con Santa Fé.
Así las cosas, la permanencia de la ciudad se vio seriamente comprometida cuando don Hernán Pérez de Quesada organizó en 1.540 su expedición a “El Dorado”, convocando soldados inconformes con lo que habían obtenido en el Nuevo Reino. En ese momento “muchos vecinos de la ciudad de Vélez se salieron de ella para irse a la dicha jornada y quedó la dicha ciudad con poca gente y en peligro de despoblar”. La situación era tan desesperada para la permanencia de la fundación que Martín Galeano se vio precisado a pedir ayuda al capitán Gonzalo Suárez Rendón, quien había tenido éxito en la fundación de Tunja, la tercera ciudad fundada en el Nuevo Reino. Suárez Rendón, fue a Vélez y el cabildo lo reconoció como justicia mayor de ella.
Pero la permanencia de la fundación provino súbitamente de la realización de los propósitos originales gracias a un cambio de las circunstancias adversas:
La primera modificación provino del descubrimiento de un nuevo camino entre el río Magdalena y la ciudad. El Capitán Luís Lanchero, comisionado por el Gobernador Alonso Luís de Lugo, trazó en 1.543 el camino del Caráre y el nuevo desembarcadero para la gente que ingresaba tierra adentro desde el río Magdalena, resolviendo el problema del “insufrible” camino del Opón que impedía “caminar por él sin notable daño a los caminantes”. La oportunidad fue aprovechada por el cabildo veleño, quien a través de un apoderado solicitó al Rey el privilegio de monopolio para ese nuevo desembarcadero, a través del cual debería entrar toda la tropa de Castilla al Nuevo Reino.
El desembarcadero del Caráre, cuyo hallazgo y rentas fue compartido por los vecindarios de Tunja y Vélez, aseguró la permanencia de la fundación de ambas ciudades. Beneficiándose de las rentas producidas por el almacenaje de las mercancías que hasta allí llegaban río arriba, los encomenderos Veléños pudieron también invertir la energía étnica encomendada en la actividad de la carga de mercancías ente Vélez y el desembarcadero.
Vélez pudo convertirse en un centro de acopio y mercantilización de las tropas de Castilla, manipulado por un grupo de comerciantes que establecieron compañías con los encomenderos. Desde allí se distribuía la ropa de Castilla a todo el Nuevo Reino y la ciudad pudo insertarse en el mercado interno de la economía colonial.
Galeano registro el impacto del desembarcadero del Caráre y de Vélez así:
“Por el desembarcadero y por estar allí la dicha ciudad de Vélez, este Reino ha sido favorecido y aumentado así de gente como de otras cosas necesarias para la sustentación del dicho Nuevo Reino. Las cuadrillas de carga al desembarcadero del Caráre produjeron las primeras ganancias a los encomenderos, no solo por los fletes que cobraban a los que entraban, sino por la comida que comenzaron a venderles (jamones de cerdo, carne ahumada, pan de maíz y miel”.
La intensidad del tráfico mercantil por el camino del Caráre aumentó cuando se encontraron las minas de Ibagué y Pamplona, ya que entonces no pasaron de entrar botijas de vino y ropa de castilla. El abasto y los fletes de este camino y del desembarcadero fueron la primera oportunidad para realizar el valor del trabajo étnico traspasado y convertido en mercancía por los encomenderos.
El cabildo de Vélez en 1.559 tomó las medidas necesarias para mejorar el camino que conducía al desembarcadero del Caráre, obligando a los encomenderos a enviar cuadrillas de indios para los reparos. A través de él ingresaban las ropas de Canarias y de Castilla, vinos, aceite y todas las mercancías básicas del consumo doméstico.
Las tiendas de los mercaderes Veleños incorporaron las mercancías “de la tierra” que se producían por los indios tributarios (mantas, alpargatas, harinas) y por el servicio domestico (quesos, jamones, pan de trigo etc) de los estancieros. El mercadeo del maíz, de la carne, de las frutas y las verduras tenía lugar semanalmente en la plaza pública, escenarios de los “regatones”, acaparadores y pequeños vendedores indígenas o mestizos. La comercialización de las bestias de arría y cabalgadura, así como de los negros esclavos, se producía eventualmente en los hogares y en las estancias. El movimiento de la propiedad inmobiliaria (casas, estancias, trapiches) y mueble (fondos de cobre, retablos, mesas etc.) puede registrarse documentalmente en los protocolos notariales.
Aunque en 1.565 la Corona recuperó las rentas producidas por el desembarcadero del Carare, estableciendo allí arrendatarios de la real hacienda y alcaldes de puertos, mejorando de paso el registro de ingreso de todas las mercancías, los comerciantes Veleños ya tenían bien establecidas sus tiendas en la ciudad como para asumir la pérdida de unas rentas de propios. Para entonces ya estaba muy desarrollada la arriería en los caminos de la ciudad.
Para el año de1.560 la construcción física de la ciudad había mejorado con el establecimiento de tejares y la llegada de alarifes experimentados, del mismo modo que los peritos mineros estaban instalando acequias, canalones y molinos. Trigales, maizales, cañaduzales y ganaderías se veían por doquier en estancias y haciendas, y cuadrillas de negros se habían instalado en los trapiches y criaderos de mulas.
La segunda modificación circunstancial a favor de Vélez provino del hallazgo de minas de oro por el vecindario de la ciudad de Pamplona, los vecinos de Pamplona encontraron en 1.551 los depósitos auríferos de los ríos de oro, Suratá y Luata, Aunque los Pamploneses intentaron monopolizar el derecho a la explotación del río del oro fijando los límites de su ciudad en el río Chicamocha. Pese a que el oro de aluvión recogido en el río del Oro no alcanzaba a tener la calidad de “buen oro” su condición de mercancías – dinero polarizaba el espacio de todas las producciones, adjudicándole a la minería un papel determinante en la formación del espacio económico regional.
Antes de 1.570 se registra el mejoramiento arquitectónico de la ciudad: junto a las primeros bohíos de techo de paja ya existían en la plaza casa “de piedra, adobes y teja, con dos salones de la medida acostumbrada en esta ciudad”. La iglesia parroquial, originalmente fabricada de madera y paja, se comenzó a reconstruir en 1.557 por el albañil Diego de Morales “con cimientos de piedra y de adobe”, según una planta que medía 120 pies de largo por 40 de ancho.
El Convento dominico de San Luís fue establecido en 1.551 en un solar donado por el capitán Juan de Angulo. Aunque se suprimió 20 años después por el capítulo provincial de los dominicos, en atención a un canje con los franciscanos.
El crecimiento de la ciudad también desarrolló un gremio de oficiales artesanos, hábiles para el desarrollo de nuevas producciones requeridas en el nuevo Reino, Los maestros azucareros y confiteros.
La transición de la sociedad veleña a la nueva economía colonial, signada por el espíritu empresarial y la producción mercantilizada, se produjo en las dos primeras décadas siguientes a la fundación de la ciudad. Empresas agropecuarias, tiendas de mercaderías y talleres artesanales se establecieron para responder a la demanda mercantil de las minas y de los pasajeros, desarrollando un complejo sistema de intercambios propiciado por la producción de la mercancía-dinero en la jurisdicción de la ciudad.
Hacia 1.580 ya percibían los Veleños los signos de la crisis que sobrevendría sobre el Río del Oro y las minas de Pamplona. Las empresas productivas del espacio veleño se orientaron entonces hacia mercados de larga distancia y se especializaron en una doble vocación productiva que había percibido desde los primeros tiempos de la fundación. “Las mercancías agropecuarias y artesanales”. Sumado a las arriería en los circuitos mercantiles mas complejos del espacio colonial.
Esta especialización regional del trabajo se evidencia en las peculiares habilidades artesanales que identificaron las mercancías Veleñas en los mercados lejanos. La presencia de los “maestros azucareros y confiteros” en la haciendas Veleñas es clara en la década de los años setenta del siglo XVI. Gracias al arte de estos maestros del azúcar y la conserva, los campos de Vélez se llenaron de cañaduzales e ingenios, fuentes de una industria muy variada: balas de azúcar, botijas de miel de caña, conservas de guayaba, diacitrón, alfajor, naranja rallada y confitura. El torno a los ingenios se desarrolló el comercio de las pailas de cobre, los molinos de moler la caña y los cueros en que se empacaban sus productos. Otra artesanía singular que empleó toda la fuerza laboral del hogar campesino fue la del tejido de lienzos ordinarios y alpargates, es decir, la “ropa de la tierra”.
Así, las ventajas regionales se tornaron vocación, y las unidades productivas veleñas fueron reconocidas en los mercados por la naturaleza de sus productos, conservas, confites, azúcares, harinas, bizcocho, quesos, jamones, lienzos y alpargates, cabuyas y sillas de montar, mulas y caballos lustrosos. Los arrieros veleños recorrían largas distancias y se movieron con facilidad por los puertos del Magdalena desde Honda. La presión por tierras de cultivo continuó en ascenso durante todo el siglo XVII.
Para 1.620 el espacio económico de la ciudad de Vélez integraba una diversa gama de producciones y sistemas laborales en las unidades de producción agropecuaria (esclavos, aparceros, peones, agregados), un circuito de comercialización de mercancías de larga distancia.
A los 14 días de septiembre
Cuando celebran cristiana gente
La gran exaltación de aquella
/ Planta
Do Cristo padeció por nuestros
/yerros
y de su nacimiento sacrosanto
Sobre mil quinientos treinta
/Y nueve
Y en el sitio que dieron a la iglesia
Exaltaron cristiferas bandera
Por cuya causa con el mismo
/ Nombre
El templo que hizo
/permanente “
CONFORMACIÓN URBANA INICIAL.
La conformación urbanista de la Ciudad de Vélez está ligada al cruce de caminos, que llegaban del norte, hoy vía a Chipatá, al sur- occidente vía al Caráre y al oriente el antiguo camino a San Pablo.
El Espacio del Parque principal resultaba obvio colocarlo en la intersección de los caminos, para convertir a estos caminos en las futuras calles urbanas como elementos estructurantes de la conformación urbanística.
La plaza o parque principal de forma cuadrado se definió conforme a los planteamientos previstos en las ordenanza de Felipe II consignación en la compilación de las Leyes de los reinos de Indias: Plaza central con el templo en uno de los lados, pero prefiriendo una esquina y no el centro. Complementan la plaza las construcciones del poder: cabildo, casa cural y las casas de los notables.
SUBLEVACION Y MARTIRIO.
Saboya el jefe indígena que ayudo con su gente en la construcción del templo donde se oficiarían los oficios religiosos de la fe católica cristiana, y quien no hubo acabada la obra se retiro disgustado declarándose, desde ese momento, enemigo irreconciliable de los españoles. Años después 1557 el albañil Diego de Morales inicia la reconstrucción de la famosa parroquia atravesada con cimientos de piedra y adobe.
El cacique sublevo a todos los nativos de la región, obligando a los pocos habitantes de la pequeña población a pedir auxilio a las autoridades de Santafé de Bogotá para defenderse de los constantes ataques de los naturales que comandaba el rebelde Saboya.
Explorando la provincia de Misaque Galeano atrajo, a la sujeción de Felipe II, a los caciques de Cocomé y Agatá, que se asentaban en altísimas sierras dominando, entre las tierras un feraz valle. Las tribus de las comarcas eran laboriosas. Movidas por la curiosidad o por el asombro se acercaron al hombre blanco ofreciéndole, como tributo, provisiones y objetos de oro. Cocomé y Agatá prometieron obediencia y lealtad al Rey de España y amistad a sus representantes, promesa que rompieron debido al mal trato que estos comenzaron a inferirles. El capitán Martin Galeano, tratando de apagar la insurrección, cometió toda clase de crímenes contra los nativos, sacrificándolos sin piedad ni misericordia. En su afán por retomar el control de la zona llego hasta cortarles las orejas, las narices o las manos para que los demás, tomaran escarmiento y entraran en su ley de acato y su misión. La muerte del soldado Juan de Cuéllar, quien fue linchado y vejado sin contemplación por los indígenas, desencadeno contra estos una cruenta persecución. Los capturados eran vendidos a los nuevos y despiadados encomenderos. Las tribus se defendieron hasta que la experiencia les demostró la ineficacia de sus armas cuando las comparaban con arcabuces y perros de presa del enemigo .entonces, por no sufrir la humillación de tener que rendirse a sabiendas de lo que les esperaba si lo hacían, se retiraron a lo profundo de las cavernas. Tapiaron las entradas y recobraron su libertad al darse muerte, en el más espantoso suicidio colectivo que haya podido escribir jamás la historia de América.
En 1540 llegaría a Vélez el licenciado Jerónimo Lebrón, nombrado gobernador del nuevo reino y quien, en carácter de su investidura, ratificaría los poderes y prebendas del capitán Martin Galeano. Seria Lebrón el encargado de traer las primeras semillas de trigo y de otros cereales que germinarían bajo el cielo de los ya exterminados Saboyá, Agatá y Cocomé.
PERSONAJES QUE HICIERON HISTORIA EN VELEZ DURANTE LA FUNDACION CONFUNDADORES
Se Hallaban presentes en la fundación entre otros personajes el Cacique de Saboya, quien ayudo con sus vasallos a la construcción de la Iglesia de Vélez, y quien no hubo acabado la obra, se retiro disgustado, y siempre fue enemigo de los españoles; donde en 1557 el albañil Diego de Morales inicia la reconstrucción de la famosa parroquia atravesada, con cimientos de piedra y adobe
los conquistadores Pedro Gutiérrez, García Calvete, de Haro, Gonzalo de Vega , Diego Ortiz Galeano (Quien como testigo ocular refirió los sucesos de la conquista a Juan de Castellanos) Alfonso Hernández de Ledesma, Juan Fernández De Valenzuela, Juan de Cuellar, Diego Franco, Bartolomé González, Alonso de Poveda, Alonso Gómez, Juan Mateos, Alonso Domínguez Beltrán, Bartolomé Hernández Herreño, Pedro Fernández Bolegan, Francisco de Aranda, Bartolomé Hernández de León, Fernán Gallego, Pedro Vásquez, Pedro Gómez, Pedro Frías, Benito Zarco, Martín Alonso, Bartolomé Sánchez, Francisco Hernández de Ecija, Pedro de Alvarado, Jerónimo de Aguayo, Marcos Hernández, y otros cuyos nombres olvidaron los cronistas.
Galeano después de haber tomado posesión del lugar, hizo la distribución de las tierras conquistadas y nombro primeras autoridades a los siguientes fundadores; Alcaldes; Juan Alonso De la Torre y Diego Gueta, Marcos Fernández, Alonso Pérez, Alguacil Mayor Miguel seco y Mollano y Escribano Pedro de Salazar.
FORMATO MADRID ESPAÑA CONQUISTA Y COLONIA.
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